Santo Domingo.- El epidemiólogo Carlos Feliz Cuello afirmó que el problema de los brotes de cólera en el país ya no es de Haití, sino de la República Dominicana, porque la mayoría de los casos que se están presentando no están vinculados a la importación, sino a la comunidad.
“Por tanto, las medidas que hay que adoptar aquí ya no son sólo las de control a nivel de frontera, sino también del territorio, de ubicar la cantidad de casos que hay, aplicar el bloqueo epidemiológico de manera correcta y tratar de resolver el problema del brote, eso lo más importante”, expresó Feliz Cuello.
Consideró como evidente que con relación al cólera las autoridades han actuado como la frase popular “después que le roban es que compran candado” porque eso está vinculado a las condiciones de hacinamiento, de falta de agua potable, a los niveles de educación de las personas, situación de vida, tanto social como medioambiental, que tienen que ver con la generación de la enfermedad.
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“Todo el mundo sabe que el país tiene áreas que son susceptibles de que se produzcan enfermedades de ese tipo. La gente necesita tener disponible agua potable a través de las redes en las casas, tener nivel de educación con la higiene en la preparación de los alimentos, cultura del lavado de las manos al salir del baño, antes de comer y al regresar de un lugar”, explicó el galeno.
Al ser entrevistado en el programa Toque Final con Julio Martínez Pozo, que se transmite los domingos por Antena 7, el doctor dijo que, al producirse una situación en Haití, que tiene que ver con una condición socio- económica, política y medioambiental en ese país, es susceptible para que se produzca este tipo de brotes, por eso los brotes en la República Dominicana están relacionados a las áreas que tienen este tipo de situación.
Citó que la primera se generó en octubre con una nacional haitiana y que las autoridades no le prestaron mucha atención porque entendían que era un problema de Haití, tras destacar, que el país que tiene cólera vinculado a la pobreza y a la inequidad no le interesa estar reportándolo a nivel mundial porque genera un problema en el turismo.
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Informó además, que ya hay más de seis provincias donde las autoridades han identificado brotes de cólera, lo que a su entender significa que tienen una tarea muy ardua porque hay que resolver el problema que crea las condiciones para que se produzca el colera y eso no se hace de la noche a la mañana.
Indicó que disponer de agua potable a todos esos barrios y lugares con esas condiciones no es tema de un día.
“Lo que pueden hacer las autoridades es ir y llevarles agua potable a través de camiones, mejorar las condiciones de acumulación de agua, esto en lo inmediato y trabajar a corto y largo plazo para mejorar las condiciones de viviendas y hacinamiento de esas personas para que no se puedan generar brotes”, precisó.
En tanto, manifestó que el cólera es una enfermedad diarreica aguda que se transmite a través de la contaminación del agua y el hacinamiento, donde hay un nivel de pobreza muy alto, donde hay guerra, también luego de producirse un ciclón o tormenta.
Dijo que la tasa de letalidad debe estar por debajo de un uno por ciento porque la mayoría de las personas con cólera cursan un cuadro clínico leve a moderado, sólo una parte muy reducida genera un cuadro clínico complicado, que es cuando el paciente se deshidrata que pierde más de un litro de agua por hora y tiene que recurrir rápido a un centro de salud.
Al preguntarle ¿Cuál es la es la efectividad de la vacuna contra el cólera y cuál ha sido su comportamiento histórico en la República Dominicana? Feliz Cuello informó que existen tres vacunas que de manera preliminar la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha autorizado para aplicar en los países que tienen desarrollado brotes, donde es endémico y a las personas cuando van a viajar.
Explicó que es una vacuna que se administra vía oral, tiene un periodo de efectividad inmunológica una de ellas alrededor de tres años, aplicada en dos dosis con un intervalo entre siete días y semana y media. Además, tiene un periodo de inmunidad entre tres y dos años.