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domingo 26 agosto, 2018

Un exnuncio acusó al papa Francisco de haber encubierto los abusos de un cardenal

Viganó acusó que casi todos en el Vaticano sabían desde más de una década que McCarrick -creado cardenal por Juan Pablo II en 2001- solía ser un "predador".

Dublín, Irlanda.- Justo en el último día del viaje de 36 horas de Francisco a Irlanda, marcado a fuego por el tema abusos, cayó este domingo una verdadera bomba nuclear sobre el Vaticano: un exnuncio hizo pública una carta incendiaria en la que, sin prueba alguna y con gran resentimiento, denunció a varios pesos pesados de la Curia romana ligados a un supuesto lobby gay y al propio Francisco de haber encubierto durante años los abusos del cardenal Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington, Estados Unidos, recientemente obligado a renunciar.

La carta -que demostró que las intrigas siguen a la orden del día en el Vaticano- apareció en diversos medios conservadores italianos y estadounidenses que suelen atacar al Papa.

El autor de la epístola, de 11 páginas llenas de odio y despecho, fue el arzobispo Carlo Maria Viganó, prelado ya retirado que fue nuncio en Estados Unidos entre octubre de 2011 y mayo de 2016 y es un personaje conocido por filtrar documentos -impulsó el famoso Vatileaks- y alentar viejas internas.

Lavando paños sucios, Viganó acusó que casi todos en el Vaticano sabían desde más de una década que McCarrick -creado cardenal por Juan Pablo II en 2001- solía ser un "predador".

Con nombre y apellido, acusó de ser cómplices de su encubrimiento a varios altos personajes de la Curia romana tanto de la vieja guardia como de la actual administración.

Entre otros, culpó a los antes influyentes cardenales Angelo Sodano, Tarcisio Bertone -que fueron secretarios de Estado-, y al argentino Leonardo Sandri, que fue sustituto.

Además, incluyó al actual secretario de Estado, Pietro Parolin, a su exsustituto, Angelo Becciu, a su sucesor, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, al cardenal canadiense Marc Ouellet, actual prefecto de la Congregación de Obispos, al hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, y a los estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston, y Donald Wuerl, arzobispo de Washington, quien se encuentra en este momento en la cuerda floja luego de las terribles revelaciones de abusos en Pensilvania.

Además, el exnuncio apunta contra al cardenal Francesco Coccopalmiero y el arzobispo Vincenzo Paglia, "que pertenecen a la corriente filo-homosexual favorable a subvertir la doctrina católica con respecto a la homosexualidad".

Viganó en la carta reclama la dimisión de Francisco, asegurando que le advirtió en una audiencia del 21 de junio de 2013 sobre el pasado oscuro de McCarrick y acusándolo de haber levantado supuestas sanciones que le había infligido años antes Benedicto XVI.

Lo cierto es que McCarrick, arzobispo emérito de Washington, de 88 años, fue obligado en junio pasado por Francisco a renunciar a su título y a retirarse a vida privada, después de que una investigación de la arquidiócesis de Nueva York concluyera que era culpable del abuso sexual de un menor.

Viganó comienza la carta afirmando que decidió contar lo que durante largo tiempo calló por el bien de la Iglesia, que por el escándalo de abusos está "atravesando un momento trágico en varias partes del mundo".

"Si queremos liberar a la Iglesia del fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el coraje de abatir la cultura del secreto, del silencio mafioso, con la que obispos y sacerdotes se han protegido a sí mismos, haciendo aparecer la Iglesia como una secta", arranca.

Además acusa a Sodano y a Sandri de haber cajoneado un escrito suyo advirtiendo sobre el caso McCarrick, en diciembre del 2006. Con malicia en todas sus páginas, entre otros detalles, define al cardenal Bertone, cuestionado número de dos de Benedicto, como alguien "conocido por ser favorable a promover homosexuales en cargos importantes".

Sin aportar documentos que lo prueben, Viganó dice que "papa Benedicto había conminado al cardenal McCarrick sanciones similares a las que le infligió Francisco: debía dejar el seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencias".

Acto seguido, curiosamente admite: "No sé cuándo Benedicto tomó estas medidas, si en 2009 o 2010". Acusa asimismo al cardenal Sodano de haber alentado la designación cardenalicia de McCarrick, en febrero de 2001, cuando Juan Pablo II ya estaba enfermo y, extrañamente, con el desacuerdo del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación de Obispos.

"Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dio a Pedro para confirmar a los hermanos. Es más, con su acción los ha dividido, los induce a errores, alienta los lobos a desgarrar las ovejas de la grey de Cristo", afirma Viganó, que refiere, sin pruebas, que McCarrick fue en estos años unos de los consejeros de Francisco para las designaciones en Estados Unidos.

En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal", finalmente reclama que "el papa Francisco reconozca sus errores y en coherencia con el invocado principio de tolerancia cero, que sea el primero en dar el buen ejemplo a cardenales y obispos que encubrieron a Mc Carrick y renuncie junto a ellos".

Mientras que desde el Vaticano nadie salió a comentar la carta, su salida a la luz despertó muchas preguntas.

¿Por qué Viganó habló recién ahora si era todo tan grave? También dio que pensar el "timing" de la publicación del testimonio del alto prelado: justo en medio del viaje del Papa a Irlanda y antes de la conferencia de prensa que ofrecerá en el avión durante el regreso.

 

 

Por La Redacción
Fuente: Elisabetta Piqué
lanacion.com