Doha.- El Mundial más exótico de la historia se ha reservado una página en blanco para un final memorable.
Argentina y el último campeón Francia definirán el domingo en el estadio Lusail el título de la primera Copa del Mundo disputada en Medio Oriente, que albergó sus partidos a fin de año en vez del tradicional calendario de junio-julio para evitar el agobiante calor.
Será un ahora o nunca para el astro argentino Lionel Messi.
En el quinto y último Mundial de su carrera, el capitán de 35 años mostró la mejor versión suya en el gran escenario para ganar el trofeo que le falta y subir el peldaño que lo iguale definitivamente a la leyenda Diego Maradona, o incluso superarlo.
La final será su vigésimo sexto partido en un Mundial, estableciendo un nuevo récord de presencias en la competencia. También es el máximo artillero argentino en mundiales con 11 goles.
Quien podría frustrar el sueño de Messi es Kylian Mbappé, su compañero en el París Saint-Germain y líder de una nueva era en el fútbol mundial tras la supremacía que ejercieron durante casi una década el Diez argentino y Cristiano Ronaldo.
El delantero de 23 años busca emular a Pelé como campeón en sus dos primeras Copas del Mundo casi a la misma edad y con perspectiva de un tercer título, una hazaña que solo logró el astro brasileño actualmente hospitalizado por una infección respiratoria.
Messi y Mbappé mantienen una contienda aparte por el Botín de Oro en Qatar. Son los máximos artilleros del certamen con cinco goles.
“Creo que este evento es demasiado importante para enfocarlo en un solo jugador”, afirmó el arquero y capitán de Francia, Hugo Lloris, el sábado en una rueda de prensa. “Es una final entre dos grandes naciones del fútbol. Obviamente que cuando enfrentas a un jugador como él (por Messi) necesitas hacer un foco especial, pero no sólo es él”.
“Argentina es un equipo fuerte y hay muchos otros jugadores, una generación joven que está llegando, y puedes sentir que todos están dedicados a Leo Messi”, acotó.
La Albiceleste, campeón en 1978 y 1986, este último con la inspiración de Maradona, pretende poner fin a 20 años de hegemonía europea en la final del Mundial, en una disputa que ha sido liderada precisamente por Francia.
Les Bleus, campeones en 1998 y 2018 y finalistas en 2006, buscan convertirse en la primera selección con dos vueltas olímpicas consecutivas desde Brasil en 1958 y 1962.
Más allá de los números, la final tiene pronóstico reservado.
Argentina dejó un invicto de 36 partidos con una inesperada derrota 2-1 ante Arabia Saudí en el primer partido para luego hilvanar una seguidilla de cinco victorias consecutivas.
Con un Messi en un nivel similar a la extraordinaria versión de Maradona en México 1986, el equipo de Lionel Scaloni también avanzó en Qatar por el aporte goleador de su joven delantero Julián Álvarez, con cuatro dianas. La “Araña”, de 22 años, no era titular antes de la Copa del Mundo, como tampoco el volante Enzo Fernández, de 21, la pieza que le dio otra dinámica al medio argentino.
Francia, por su parte, se mantuvo competitivo pese a las sensibles bajas de los lesionados Paul Pogba, N’Golo Kante, Presnel Kimpembe y Karim Benzema en la antesala del certamen. Y antes de la final, un virus gripal afectó a varios jugadores, entre ellos Dayot Upamecano, Adrien Rabiot y Raphael Varane.
“Tratamos de lidiar con esto, haciendo lo que sea necesario”, declaró el técnico francés Didier Deschamps sin más detalles.
Pese a los contratiempos, Deschamps exploró variantes para garantizar la competitividad de su selección, con Antoine Griezmann reconvertido en un volante con doble función de creación y la recuperación.
Más allá de la velocidad de Mbappé por la banda izquierda para romper defensas, la campaña del último campeón también tuvo como pilares al mediocentro Aurélien Tchouaméni y al artillero Oliver Giroud, con cuatro goles.
El antecedente inmediato entre ambos equipos fue el choque por los octavos de final hace cuatro años, con Francia victoriosa 4-3.
Si bien hay varios sobrevivientes de ambos bandos, entre ellos Messi y Mbappé, Deschamps advirtió que Argentina “no es el mismo equipo, no tiene sentido comparar este equipo con el de hace cuatro años. La formación es diferente, el plan de juego es diferente”.
En las 88.000 gradas del estadio Lusail y entre los millones de televidentes en todo el mundo una mayoría seguramente deseará un final feliz para Messi en su última función.
Pero Francia y Mbappé, está claro, no serán sus espectadores de lujo.
“Estoy bien estando solo en el mundo, eso no me molesta”, desafió Deschamps. “Sé que Argentina tiene un gran apoyo. Habrá muchos fans en el estadio...pero nuestros oponentes no son los hinchas, sino el equipo al que enfrentaremos en el campo de juego”.