Redacción.- Según varios estudios, a lo largo de la vida hay un punto en el que el deseo sexual y las fantasías alcanzan un pico importante. La creatividad y el interés por el placer sin culpas florecen y ocurre tanto a hombres como a mujeres, siendo un factor importante para estas últimas las experiencias vividas
En 2019, una marca de juguetes íntimos realizó una consulta en la cual entrevistó a más de 3000 personas de diferentes países y de un rango de edad entre los 18 y los 65 años. Aunque podríamos creer fielmente en el cliché de que la explosión hormonal de la juventud es el momento de mayor satisfacción sexual, los resultados arrojaron otra perspectiva.
La encuesta señaló que 95% de los individuos mayores de 55 manifestó sentirse sexualmente satisfechos, mientras que el 32% de quienes están entre 18 y 24 años dijeron nunca haber sentido satisfacción.
Entre otros datos interesantes, vale destacar aquí que en la satisfacción y el disfrute del sexo tiene mucho que ver saber lo que te gusta, cómo responde el cuerpo a los estímulos y cómo comunicarlo con comodidad y aprender estas tres cosas toma tiempo. Así se comprende por qué los mayores tienen mucho que aportar a las generaciones más jóvenes.
Sin embargo, la satisfacción y el deseo no significan lo mismo. Y aquí se pone interesante el asunto. Con respecto al hombre, si bien hasta los 25 años de edad, hay un exceso de energía sexual que puede determinar experiencias descontroladas, es más adelante cuando el deseo y las ganas de vivir nuevas aventuras toman una dimensión más importante.
Con la mediana edad también llega, para el hombre, una necesidad de conquista y aventura sexual importante, aunque su cuerpo no responda tan rápidamente como a los 20.
Con la mediana edad también llega, para el hombre, una necesidad de conquista y aventura sexual importante, aunque su cuerpo no responda tan rápidamente como a los 20.
Esto ocurre con la llamada crisis de la mediana, más específicamente en el período que abarca desde los 40 hasta los 55, cuando se dispara el deseo, aunque el cuerpo no responda igual que antes. Es en este período cuando el aburrimiento empuja a la aventura, cuando ya no existe vergüenza ni culpa por expresar mejor lo que se quiere y hay una necesidad de conquista, según explica el sexólogo Mario del Valle a Biobio Chile.
Para la mujer el campo es mucho más nutrido. Varios estudios han indicado que cuanto más se acerca el fin del período más fértil de la mujer, más se potencia su libido, con el fin de incentivar las posibilidades de reproducción. Este mayor deseo sexual implica más tiempo pensando en disfrutar del sexo, más fantasías sexuales y un mayor interés en tener sexo casual.
Según una investigación publicada por la American Psychological Asociation, este periodo se ubica entre los 30 y los 34 años de edad, etapa en la cual “las mujeres se describieron a sí mismas como más lujuriosas, seductoras y sexualmente activas”, en comparación con mujeres mayores y las más jóvenes, que participaron en uno de los dos estudios que comprendieron la investigación. Cabe decir que los hombres no presentaron ningún pico en su deseo sexual en este rango de edad en este estudio.
Por otra parte, la edad y las experiencias vividas, independientemente de la naturaleza humana de la reproducción, aportan considerablemente a la sensación de comodidad con respecto al sexo y al estar más cómodas, están más dispuestas a explorarlo aun más desde distintos enfoques.
Una mejor educación sexual, también contribuyen a esta comodidad que permite pensar en el propio placer y no solo en complacer a la pareja, con lo cual el deseo sexual en la mujer florece con mayor fluidez.
Una mejor educación sexual, también contribuyen a esta comodidad que permite pensar en el propio placer y no solo en complacer a la pareja, con lo cual el deseo sexual en la mujer florece con mayor fluidez.
Asimismo, una apertura de la sociedad ante la realidad de que las mujeres también tienen todo derecho de disfrutar de una vida sexual plena, una mejor educación sexual, también contribuyen a esta comodidad que permite pensar en el propio placer y no solo en complacer a la pareja.
Por último, la tendencia a que finalmente se comprenda que el sexo no es solamente el coito, sino que también hay placer en la intimidad, en el encuentro, en la creatividad y en disfrutarse mutuamente sin el orgasmo como fin último, como por ejemplo propone el método karezza, aporta un amplio espacio para que la imaginación haga de las suyas optimizando las experiencias.