Mal augurio diplomático

El país debe dejar de actuar con “recovecos y blandenguerías” en materia de soberanía, diplomacia y migración.

No se trata de imponer, mucho menos de negociar, pero sí de hacer valer nuestra independencia y el derecho que tiene la República Dominicana de trazar sus reglas y definir su orden jurídico como nación.

Cada país es artífice de su destino, y mal haríamos en no hacer uso de las prerrogativas legales que decidimos darnos, como son las denominadas altas cortes.

Recordamos lo anteriormente expuesto por el mal augurio diplomático despertado por la nominada embajadora de Estados Unidos Robin Bernstein, quien en una entrevista ante el Comité Senatorial de Relaciones Exteriores del Congreso de su país, dijo que de ser confirmada en el cargo en República Dominicana trabajará para que se respeten los derechos de los descendientes de haitianos afectados, según ella, por la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional.

También dijo que los derechos humanos son importante para ella, y por lo menos, recordó que en 1938 decenas de familias de ascendencia judía, de donde desciende, fueron acogidos en este país en calidad de refugiados.

Lo cierto es que la señora Bernstein no ha pisado aún territorio dominicano y ya debe ser puesta en la agenda diplomática dominicana.

Por suerte, estamos a tiempo para reflexionar y tomar los correctivos.

Los canales de la diplomacia establecen las vías...una nota de protesta sería lo más oportuno.