Haití festeja a los muertos en su festival vudú Fete Gedé

Puerto Príncipe, Haití.- Vestidos de negro, blanco y púrpura, los creyentes en el vudú de Haití visitan cementerios durante el Fete Gedé anual, el Festival de los Muertos.

La celebración de los espíritus, que con frecuencia se lleva a cabo durante los primeros dos días de noviembre, coincide con las festividades católicas del Día de Todos los Santos.

Es un asunto intrincado.

Durante el festival, los creyentes se visten como espíritus Gedé conocidos como “Loas”, y dicen que son poseídos por los que escuchan sus oraciones y que proporcionan favores a los miembros de su congregación.

“El espíritu Gedé se ha manifestado en mi cabeza durante 30 años”, dice Ateis Auguste, que vende comida frita en las calles de Cité Soleil, uno de los barrios más pobres, violentos y sobrepoblados en las afueras de la capital.

Auguste y su esposo, Raynold Alexandre, son sacerdotes vudú bien conocidos en ese vecindario, y tres de sus seis hijos también son sacerdotes.

Cada año durante la celebración pintan su rostro con polvo blanco, portan ropa especial y caminan por los angostos callejones del barrio para rendirle honores a los espíritus.

Además beben y se lavan el rostro, los ojos e incluso los genitales con una mezcla de ron y chiles picantes, y ofrecen café, alimentos, ron, música y danzas a sus familiares y amigos muertos, así como a Baron Samedi, el gobernante del cementerio.

Entre todos los Loas, Baron Samedi es uno de los más respetados, y se dice que es el protector de los niños y la última esperanza de los enfermos. Con frecuencia se le muestra bebiendo alcohol, fumando tabaco y siguiendo a mujeres jóvenes en forma provocativa.

Mimose Bernard, una creyente de 44 años, efectúa rituales vudú para otros residentes del barrio pobre desde principios de octubre hasta el 2 de noviembre. Dice que Baron Samedi es un espíritu bueno que ayudó a protegerla con buena salud y buena suerte.

“Recuerdo que tenía 10 años de edad cuando invoqué al espíritu Gedé por primera vez”, dijo Bernard, que vive con su hijo en una pequeña vivienda construida con viejas láminas de metal.

 

Por La Redacción
Fuente: AP