Las posiciones extremas, que nos llevan a la falta de razones, por lo regular conducen a la violencia, que puede ser verbal o física, incluyendo la muerte.
En el caso de las religiones y las ideas políticas radicales igual pueden conducirnos al mismo derrocadero.
Esas posturas en el orden social generan prejuicios raciales, discriminaciones y subestimaciones.
No es buen síntoma para una sociedad en progreso.
El asesinato del activista conservador Charlie Kirk en una universidad en Utah puede desatar los demonios en los Estados Unidos o bien puede conducir a ese país a frenar su agitación extremista.
Sobre todo, por su pasado esclavista y la violencia contra mandatarios y líderes políticos y civiles.