Redacción.- La Defensa Civil siria, conocidos como los cascos blancos, llegaron este lunes a la prisión de Sednaya, que estaba gestionada por el Gobierno sirio y conocida por el uso de la tortura contra los miles de presos, para rescatar a los detenidos en "celdas subterráneas ocultas".
Al menos dos equipos llegaron ya a la prisión, al Norte de la capital siria, y han comenzado su misión, "acompañados por un guía familiarizado con la disposición de la cárcel. Se espera que el resto de los equipos lleguen gradualmente, retrasados por las difíciles condiciones de seguridad en las carreteras y la grave congestión del tráfico", dijeron los rescatistas que operaban fuera del control de Damasco.
Ayer, los insurgentes declararon "libre" Damasco y el presidente sirio, Bashar al Assad, huyó a Moscú junto a su familia.
Encuentran cadávares
Entre 40 y 50 cadáveres han sido encontrados en la prisión de Sednaya, durante las operaciones de rescate iniciadas poco después de que los insurgentes tomaran la capital siria, dijo este martes a EFE el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman.
En una conversación telefónica, el jefe de la ONG dijo que creía que “la mayoría de los cuerpos eran de ejecuciones recientes”.
Desde que el grupo islamista Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), heredera de la exfilial siria de Al Qaeda, controlara Damasco, las puertas de esta cárcel, que estaba gestionada antes por la Policía Militar siria, se abrieron y aparecieron varios vídeos en los que se mostraban a algunos presos con claros signos de tortura.
Con el control de cada ciudad, la organización fue abriendo las prisiones, donde se encontraban numerosos prisioneros políticos, como han ido denunciando durante años organizaciones de derechos humanos.
Las torturas en Sednaya
En Sednaya, que habría albergado entre 10.000 y 20.000 detenidos, según estimaciones de Amnistía Internacional, el uso de tortura y fuerza excesiva salió a la luz tras un motín de presos en 2008.
Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, la prisión se había convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen.