Berlín, Alemania.- España e Inglaterra disputarán la final de la Eurocopa el domingo en un imponente estadio con una historia oscura.
Fue edificado para los Juegos Olímpicos de 1936 y el estadio de Berlín aún exhibe las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial y otras reliquias de su pasado Nazi.
Pero el Olympiastadion, como se le conoce en Alemania, está asociado también con el renacer de la democracia en el país tras la guerra. Recibió partidos de la Copa Mundial 1974 en Alemania Occidental y nuevamente en el Mundial 2006, 16 años después de la reunificación.
Hitler
Adolf Hitler estuvo personalmente involucrado en el diseño y construcción del estadio de atletismo con 100.000 asientos después de que el Partido Nazi tomó el poder en 1933, dos años después de que Alemania fue nombrado sede de los Juegos Olímpicos 1936.
Al inicio el dictador no estaba entusiasmado con la idea de recibir la justa, pero cambió de parecer cuando lo convencieron del potencial propagandístico.
Los planes de remodelar el existente estadio nacional se desecharon en favor de construir un nuevo complejo deportivo, el Reich Sports Field. Werner March fue su arquitecto.
Inspirado en el Coliseo de Roma, el estadio estaba diseñado para impactar. La Plaza Olímpica frente a la entrada principal es adornada por una fila de astas y árboles para incrementar la perspectiva.
Propaganda
Hitler observó desde el balcón del estadio a Jesse Owens, atleta estadounidense de raza negra, ganar cuatro oros para convertirse la estrella de los Juegos y que le dio un golpe a la noción racial de Hitler.
Pero, la justa también fue una victoria propagandística para la Alemania Nazi, que ganó más medallas que cualquiera otra nación y presentó al mundo una curada imagen de paz y tolerancia. Fue el primer claro ejemplo de “sportswashing” (lavado de imagen con el deporte).
El Estadio fue cubierto con cientos de banderas Nazi durante los Juegos y la swastika adornó una de las dos torres que sostenían los aros olímpicos en la entrada. Las swastikas fueron removidas en 1945.
Los miembros de la rama paramilitar Nazi, conocidos como la SA, recibieron la orden de detener los ataques contra judíos entre julio y agosto 1936.