Se han depositado 470 alianzas electorales para las próximas elecciones del año que viene, el 2024.
Treinta y nueve organizaciones políticas han creado un escenario muy particular, nunca visto en los procesos anteriores desde la caída de la dictadura y las primeras elecciones en 1962.
Han creado un ecosistema que de entrada puede resultar complicado para electores poder descifrar y ejercer con claridad sus sagrados derechos al voto y a elegir.
Cualquiera pudiera pensar que este entramado es el resultado directo de la fragmentación de los partidos políticos, y si es así hay razones para preocuparnos.
La democracia necesita de partidos fuertes, que la sustenten con su accionar institucional y con su compromiso con ella.
Sobre todo, cuando cada vez resulta más evidente que el interés colectivo ha venido reduciéndose de las agendas partidarias.
Ojalá sea una falsa impresión.