Esmeralda, que pena

Esmeralda, que pena que nos haya dejado siendo aún casi una niña.

Y que pena que el profesor Jhon Kelly Castillo, del liceo César Nicolás Pensón, de la provincia La Altagracia, cuya misión era educarte, aparezca como tu verdugo.

Que pena que nuestras vigilancias sean tan débiles que no hayamos podido detectar el abuso que te ha llevado a la muerte.

Y que pena que hayas encontrado un escenario trágico para realizarte un aborto que te condujo a la muerte.

Son tantas las preguntas frente a tu muerte que tendríamos que hacernos para las que no parecen haber respuestas.

Tantas las responsabilidades que nos deja estupefactos. Esmeralda, que pena, tu muerte nos condena de muchas maneras. Y ojalá nos ilumine.