Urge educar a los municipes

Las lluvias generadas por la activa onda tropical Beryl nos desnudaron como país.

Las eventuales inundaciones registradas en al Distrito Nacional dejaron aflorar nuestras precariedades y sacaron a flote nuestra mayor deficiencia: la falta de educación ciudadana.

Es cierto que tenemos un sistema de drenaje obsoleto ante la explosión demográfica que incide sobre la capital del país. También debemos reconocer que dicho crecimiento poblacional contribuye a que esas cañerías operen con más deficiencia por pésima y odiosa costumbre de tirar desperdicios en las calles, en las cañadas o donde se nos ocurra, sin tomar en cuentas la consecuencia futura de taponar los registros.

Inexplicablemente ya es un mal que forma parte de nuestras costumbres por la inacción de los ayuntamientos y la falta de consecuencia para los que lanzan desperdicios.

Los cabildos deben invertir en la educación de sus munícipes y, de paso, nos ahorra el bochorno de que nos califiquen como ciudadanos asquerosos e imprudentes.