¿Para qué le sirven las estadísticas al Estado?

La pregunta la hacemos adrede, no por ignorancia.

Bien es sabido que un resultado estadístico ayuda a proyectar, acción que colabora en afianzar el presente y nos da una referencia sobre los logros alcanzados y obstáculos por superar.

También los resultados estadísticos posibilitan corregir, y hasta rectificar de ser necesario, algo que lamentablemente no se hace evidente en el Estado dominicano.

Por ejemplo, hace unos días la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) dio a conocer los resultados de un estudio realizado en colaboración con la Oficina del Registro Civil y en el que contabilizaron la cantidad de nacimientos de niños hijos de adolescentes y madres solteras, teniendo como fecha de corte el período 2016.

Ese estudio indicó que en dicho período nacieron 204,037 niños de las cuales 123,686 (88.6%) son de madres solteras.

Además precisó que el 29.7% de las madres alcanza un rango entre los 20 a 24 años de edad, registrando un total de 41,553 nacidos, de los cuales 39,047 también son de madres solteras y 2,483 de madres casadas.

Explicó también que en menores de 15 años de edad se registran 604 nacimientos y, entre adolescentes que no pasan de los 19 años, nacieron 22,326 infantes; de los cuales 22,068 corresponden igualmente a madres solteras.

Sin embargo, en adición a ese panorama tenemos que agregar otra problemática que se acrecienta socialmente de forma silente en el país: el aumento de los divorcios.

Con mucho dolor y pena tenemos que aducir que la República Dominicana prácticamente ostenta un record al registrar 17,714 divorcios al año. No debemos dejar de observar que tenemos una lista de poco más de 90 feminicidios en lo que va de año y 338 casos de incesto reportados a la justicia.

Si juzgamos los resultados ofrecidos por ONE tenemos que deducir que el panorama actual es sombrío y que de cara al futuro se torna incierto.

La ONE no ha hecho otra cosa que graficar numéricamente lo que todos, de una manera u otra, vivimos en nuestros barrios y del cual el Estado actúa de manera cómplice por inacción, al faltar a su responsabilidad de asumir y conducir los procesos en la sociedad.

Mientras reiteramos la pregunta: ¿Para qué le sirven las estadísticas al Estado?