La gestión estatal se complica por los excesos burocráticos. Los procesos están llenos de escollos para avanzar con agilidad y calidad en una buena gerencia.
Son, además, una magnífica excusa para que los funcionarios oculten sus propias ineficacias.
Y, contrario a lo que se piensa, son generadores de corrupción. Lo que es contrario a la transparencia.
Los controles para ser efectivos han de ser simplificados y fáciles en los procedimientos para su ejecución.
Tienen que ser, por tanto, factores de dinamización económica.
Somos muy perezosos para producir los cambios y derrotar los efectos negativos de la burocracia, la que se constituye en un enorme poder para obstaculizar; y, excesivamente costosa.