En Pakistán, los encuentros en línea son una carrera de obstáculos

Redacción.- En Pakistán, encontrar el amor en línea es una carrera de obstáculos. El temor al acoso o al oprobio social hace que apenas haya fotos ni nombres ni información, aunque las aplicaciones de encuentros han sido bloqueadas recientemente por promover contenidos "indecentes".

"La elección es escasa", reconoce Muhammad Ali Shah, un empresario de 36 años de la capital, Islamabad, que las utiliza desde hace tres años.

En un país donde los matrimonios concertados son la norma, y la sexualidad, en particular la femenina, es tabú, sin dejar de lado la violencia aterradora que sufren las mujeres, pocas son las que osan mostrar su rostro en estas aplicaciones.

"Las chicas no están a gusto, por lo que no ponen ni sus fotos ni sus verdaderos nombres", dice este divorciado, con barba perilla, mucha labia y sonrisa cautivante.

Encontrar a alguien parece un "juego de adivinanzas", reconoce, aunque asegura que no le ha ido del todo mal ya que ha tenido decenas de citas gracias a las aplicaciones de encuentros.

Con 27 años, una joven de Islamabad que asume su bisexualidad, al menos durante una conversación anónima con la AFP, quiso, inicialmente, combatir los prejuicios, utilizando su verdadero nombre y su foto en Tinder, en vez de tener un dibujo o un paisaje como foto de perfil.

"Recibía llamadas de amigos que me decían: '¡no me puedo creer que estés en Tinder!'", cuenta. Después, sus clientes trataron de contactarla y ahí dejó la aplicación.

- Seguridad -
Y es que los encuentros en línea, habituales en muchos países, son una excepción en Pakistán, donde están reservados a una minoría privilegiada, a menudo procedente de la clase media liberal o de la élite, más impermeables al acoso o al juicio de sus allegados.

Incluso así, las precauciones son necesarias. "Cuando sabes que una de nuestras amigas va a una cita Tinder, también vamos nosotras" sin que el pretendiente lo note, por "seguridad", dice.

En un entorno tan poco propicio a la ligereza, las autoridades paquistaníes han decidido poner las cosas más difíciles bloqueando el acceso a Tinder y a otras muchas aplicaciones acusadas de difundir contenidos "inmorales" e "indecentes".

En la línea de mira de Islamabad figuraba Grindr, destinada a los homosexuales, que se enfrentan a la cárcel en Pakistán, herencia de una ley antisodomía que data de la época colonial británica.

En esta aplicación los usuarios no muestran sus rostros ya que les puede costar la ejecución en el marco de la sharia, la ley islámica, que se sigue aplicando en este país musulmán conservador. Aunque a diferencia del vecino Irán o de Arabia Saudita, la justicia paquistaní nunca ha condenado a nadie por ello.

- "Halal" -
Grindr en Pakistán "ha facilitado transacciones, ya sean de sexo o de dinero", mucho más que Tinder, donde las "amistades" sin motivaciones ocultas son posibles, dice Zulfiqar Suhail Mannan, un miembro de la comunidad LGBT, para quien la prohibición tendrá pocas consecuencias.

"El gobierno ha bloqueado a los mayores actores, pero muchas apps siguen disponibles", dice.

Aplicaciones como Minder, cuyo objetivo es "poner en contacto a musulmanes progresistas", según su página web, o Bumble, donde "las mujeres dan el primer paso", han escapado a la prohibición. Al igual que Muhammad Ali Shah, los usuarios pueden utilizar un VPN para seguir conectándose a Tinder y otros y soslayar el bloqueo.

Para la inmensa mayoría de los 220 millones de paquistaníes, el bloqueo de las aplicaciones no cambiará absolutamente nada.

"Salir con alguien no forma parte de nuestra cultura o de nuestra religión. Las cosas deben hacerse de manera halal (el conjunto de prácticas permitidas por el islam)", explica una casamentera de Karachi.

"Prohibir estas aplicaciones permite preservar nuestras tradiciones", dice.

Pese a todos los obstáculos, algunos logran hasta encontrar la felicidad en su teléfono, como es el caso de esta estudiante de Medicina de Lahore (este) que se casó gracias a Tinder.

"Estaba harta de la cultura de los matrimonios concertados de Pakistán, que hace que me tenga que mostrar como en un desfile ante las madres, las hermanas y las casamenteras que comentan mis defectos y me recuerdan hasta qué punto soy indigna de sus hijos", cuenta.

"Me ha llevado tiempo encontrar a alguien en quien podía confiar y a quien respetar. Pero lo he encontrado según mis propios criterios y esto es lo que cuenta", zanja.

 

 

Por La Redacción
Fuente: David Stout en Islamabad
y Kaneez Fatima en Lahore
AFP