Redacción.- Cerca de cuarenta años han tenido que pasar para ver a E.T el extraterrestre de nuevo junto a Elliot. Porque sí, señoras y señores, habemus secuela y está arrasando como fenómeno viral.
La segunda parte del gran clásico de Steven Spielberg aterrizó en redes el pasado jueves, despertando la magia de la nostalgia que todavía une a toda una generación de cinéfilos con el pequeño alien de dedos largos. Se trata de una publicidad que ha obtenido el permiso del rey Midas de Hollywood y si no lo has visto todavía, prepárate para revivir momentos icónicos que seguramente todavía guardas en el subconsciente. Esto es un caramelito para los más nostálgicos.
Henry Thomas reaparece en el vídeo tras ser arrestado en octubre por conducir bajo los efectos del alcohol, metiédonse de nuevo en la piel de Elliot 37 años después (que se dice pronto), aquel niño que forjó una amistad extraordinaria con el pequeño extraterrestre olvidado en la cinta de 1982. El anuncio dura unos cuatro minutos y, como buen producto navideño, se titula Una reunión para las Fiestas (A holiday reunion). A pesar de su corta duración, la publicidad respira aires “spilbergianos”, con la inolvidable banda sonora de John Williams y un estilo cinematográfico indiscutible.
La historia transcurre en la era actual y en plena Navidad, con todos los avances tecnológicos que ofrecen las redes -navegar por la red, servicios streaming, realidad virtual (con crossover incluido entre las dos creaciones de Spielberg: E.T. y Parque Jurásico- aunque en su corazón, E.T. y Elliot siguen siendo los mismos. El extraterrestre reaparece detrás de un muñeco de nieve, asustando a los hijos de Elliot. Es así como el niño hecho grande se reencuentra con su viejo amigo, presentándole a su familia con una casona que desprende fanatismo por la Navidad.
“Mucho ha cambiado desde que estuviste aquí” le dice Elliot a su amigo, mientras su hijo fraterniza con el extraterrestre de la misma forma que hizo el protagonista hace casi cuatro décadas. La idea resume de forma repetida casi la misma trama de la película original -quitando la enfermedad del extraterrestre y la llegada de los especialistas que quieren experimentar con él y que tanto nos estrujó el estómago de pequeños- centrándose en los momentos más icónicos del filme, como los gritos de los niños al ver a Elliot, los juguetes, la flor resucitada, la comida, la petición de “hogar”, el abrazo entre los dos protagonistas y, por supuesto, el vuelo en bicicleta por delante de la Luna, mientras E.T. se despide una vez más de la misma manera que en la película.
“Estaré aquí” le dice al hijo de Elliot mientras apunta a su corazón con su dedo encendido. ¡Qué recuerdos!
Hay quienes dicen haber llorado de la emoción al ver el reencuentro, aunque confieso que para mí, el momento que me estremeció por dentro fue la escena de la bicicleta. Si habré soñado con toparme con E.T. de pequeña solo para que me haga volar con la mía. Estas sensaciones cargadas de nostalgia solo pueden conseguirla un puñado de clásicos cinematográficas, y con la generación de cinéfilos ochenteros ya adultos, es inevitable que esta película tenga un efecto tan emocionante entre nosotros.
El comercial es de XFinity, una empresa dedicada a las telecomunicaciones EEUU, que utiliza el reencuentro de E.T. y Elliot para promocionar sus servicios de red para pedir a la audiencia que “reconecte estas Fiestas”.
E.T., el extraterrestre es uno de los grandes clásicos de Steven Spielberg -por no decir el gran clásico, que tiene varios y seguro algún fan de Indiana Jones, Parque Jurásico o La lista de Schindler se me tira encima-, ganadora de cuatro premios Oscar.