Madrid.- La cabeza de Pablo Alborán está que bulle. Esta semana regresa con una reedición de su quíntuple disco de platino "Prometo" en la que reincide en su faceta acústica, pero no ve el momento de encerrarse en el estudio a probar "ideas rarísimas", inspirado quizás por su amiga Rosalía.
"A veces con la inercia y el éxito de una canción quieres seguir haciendo lo mismo. Gracias a Dios no me ha pasado, pero somos humanos. En el caso de ella, sacar dos discos tan distintos... Hay que tener mucha valentía. Nos ha liberado de muchos estigmas", destaca a Efe, antes de reconocer que a él mismo le ha abierto "puertas" en la manera de concebir el arte desde "la libertad y sin miedos".
Pronto parece, en cualquier caso, para anticipar la dirección que tomará su quinto disco de estudio. "Un día pienso una cosa y al siguiente me contradigo, pero me encanta este momento. Ni siquiera yo sé lo que se está cociendo en mi mente y echaba de menos esa sensación, la más potente de la creación", subraya Alborán (Málaga, 1989).
Antes de ponerse manos a la obra con la continuación de "Prometo" (2017), el músico ha querido entregar a sus seguidores una reedición de su último álbum con contenidos nuevos, como un DVD que recoge el concierto más grande que ha dado en España, el celebrado el pasado 16 de junio en el Estadio de la Cartuja de Sevilla.
"A cantar ante 30.000 personas voy con la misma predisposición como si hubiera 10. Me preparo igual y todos los que están a mi alrededor le tienen el mismo respeto al público que yo. La única diferencia es que tienes que conectar hasta con la última persona de la grada y eso impone mucho", reconoce.
Por contraste, en esta vuelta de tuerca de "Prometo" entrega también un CD y un DVD grabado en septiembre en Madrid, intentando recuperar ese "espíritu" de "cercanía e intimidad" de su primer disco acústico, de 2012, con unos arreglos que potencian toda la "naturalidad y espontaneidad" posible y "mucha verdad".
"No pasa nada, tú has empezado con una guitarra", cuenta que le recordaba hace no mucho su representante, durante el incidente técnico que le obligó a interrumpir brevemente su concierto de este verano en el Teatro Real de Madrid, una situación que recuerda como "un horror", pero que se subsanó y concluyó, como siempre, con un gran aplauso final.
Mucho ha llovido desde sus primeros conciertos en salas con su primer disco, "Pablo Alborán", tras el que comenzó a tocar en espacios cada vez más grandes, con cientos de miles de personas comprando entradas para sus conciertos a este y pronto también al otro lado del Atlántico.
"Vértigo no siento, más bien emoción y agradecimiento. Valoro mucho todo lo que ha pasado y he sido muy consciente de los pasos que hemos dado. Lo he disfrutado y quiero seguir haciéndolo cada vez más", afirma el músico, que hace tiempo decidió tomarse su carrera "de otra manera" y asegura estar cumpliendo su palabra.
Su agenda incluye compromisos para 2019 como continuación de su actual gira, primero por Latinoamérica: 29 y 30 de marzo en Ciudad de México (Auditorio Nacional), 4 de abril en Santiago de Chile (Movistar Arena) y 13 de abril en Buenos Aires (Hipódromo de Palermo).
Luego volverá a España, donde tiene seis conciertos entre abril y junio, aunque como anticipo tiene dos citas este mes de diciembre en Madrid y Barcelona.
A día de hoy se le nota descansado, tras cuatro días en su Málaga natal, desconectado de redes sociales y junto a su perro Terral, reponiéndose de su paso por la ceremonia de los Latin Grammys en Las Vegas (EE.UU.), en la que pudo conversar con Bunbury, "un sueño" cumplido, a falta de algún premio que llevarse a la boca de los tres a los que era candidato.
"Son 9 años nominado, pero me he dado cuenta de que es mucho más difícil actuar en la gala de lo que uno se piensa y a mí siempre me han dado la oportunidad. Para mí 100 veces mejor", afirma, antes de enmendarse rápidamente entre risas: ¡Bueno, ojalá me den un Grammy!".