Santo Domingo, República Dominicana • Viernes 26 de Abril, 2024
lunes 3 febrero, 2020

Prudencia con Punta Catalina

Es bien sabido que la prudencia es buena consejera. A esa capacidad de pensar con acierto sobre lo que está bien de lo que está mal y, actuar en consecuencia, es a lo que apelamos ante los aprestos de venta del 50 % de la Central Termoeléctrica Punta Catalina.

El Gobierno del presidente Danilo Medina ya trabaja en el proceso de venta. De hecho, las ofertas le llueven por parte de inversores internacionales, entre ellos, empresarios de Asia, Estados Unidos y Europa.

En nada extraña. Punta Catalina, a la fecha, ya produce US$240 millones, a decir de su administración.

Además esta planta energética que le costó ser el mayor escándalo de corrupción, que hasta el momento involucra la gestión de Medina al descubrirse el pago de coimas de la constructora brasileña Odebrecht, suplirá el 35% de la demanda eléctrica del país, lo que significa que tiene todo un mercado asegurado.

Sin reparar en lo que es o será su costo definitivo (US$1,945 o US$3,000), ni los cuestionamientos vertidos contra el proyecto, los cuales han de ser aclarados en su momento, entendemos que esa generadora, si no es, está entre las tres principales obras de gobierno del actual mandatario.

Es bueno recordar que este proyecto fue ofertado a los dominicanos como la panacea para erradicar el problema de los tediosos e históricos apagones. Para entonces, iniciativa contó con el respaldo de una mayoría que hoy ve con asombro el secretismo en torno a la obra y la casi indiferencia de las autoridades en la defensa de su inversión.

Por ahora desconocemos si esta administración ha tenido tiempo para pensar en el legado por el que querrán que sus dos gestiones sean recordadas.

No obstante, y lejos de intentar ser imprudente, recordamos que Punta Catalina está intrínsecamente ligada al referente histórico del presidente Medina y, de venderla, estaría admitiendo ante sus críticos que su proyecto insignia fue un total fracaso porque no cumplió su cometido, que entre otros, estaba servir de contrapeso en el sector energético.

Además la actitud oficial abonaría la desidia y la apatía ante futuros proyectos gestados desde el Estado. También se estaría enviando el mensaje erróneo de que el propio gobierno nunca creyó en ese proyecto.

Lo cierto es que Punta Catalina seguirá dando de qué hablar, pero es menester preciar que como proyecto energético no estará en mejores manos que las de su promotor y mentor: el pueblo dominicano.