Haití, poco a poco, empieza a ser un problema de dimensiones regionales.
La voz de República Dominicana que por años ha pedido en los escenarios internacionales la ayuda solidaria de las demás naciones empieza a ser escuchada.
El presidente Abinader lo expuso desde su primera intervención en una Asamblea de las Naciones Unidas.
El canciller Roberto Álvarez ha desplegado una labor diplomática constante y concienzuda.
Presidentes centroamericanos han dado su apoyo y han presentado propuestas.
Ahora es la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA) la que ha emitido una declaración desde Quito, Ecuador, en la que advierte que la crisis posterior al magnicidio del presidente Jovenel Möise se proyecta sobre el Gran Caribe y el continente.
Muestran los partidos firmantes su preocupación por los flujos migratorios “desordenados, legales e ilegales de haitianos hacia el continente” y que “la República Dominicana como vecino insular ha sido la nación más solidaria del mundo con la calamitosa situación”, entre otras consideraciones.
Hay un cambio de actitud.
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