El presidente Abinader ofreció ayer un discurso enérgico, realista y propositivo ante el Consejo Permanente de la OEA.
En la línea que ha mantenido desde que asumió el poder, expuso claramente el riesgo que para la paz y para la economía de República Dominicana supone la situación de violencia estructural que vive Haití.
Una guerra civil de baja intensidad, como la describe el presidente dominicano, se desarrolla ante la pasividad de una comunidad internacional que parece haber agotado las ideas y limitados los recursos para avanzar hacia una normalización política primero, social después, en el país vecino.
La Organización de Estados Americanos pudo escuchar ayer ideas concretas para que su papel en la superación de la actual coyuntura haitiana trascienda los discursos y las muestras de buena voluntad.
Empezando por ayudar a reconstruir puertos y aeropuertos y siguiendo por intervenir para que pare el comercio de armas.
La seguridad nacional dominicana, no solo la haitiana, está amenazada. El continente debe reaccionar.
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