Primero está el trabajo y luego el valor de las cosas. Es decir, antes de producir un bien hay que realizar una labor de la que viven las personas.
El sector agrícola tendrá siempre un sentido estratégico para cualquier país.
La seguridad alimentaria es una necesidad vital. Sobre todo, para los países en vía de desarrollo.
En la pandemia del COVID-19 creemos que se ha podido apreciar mucho más esa realidad.
Y con los efectos de los altos precios que nos ha dejado la comprensión se hace mucho más fácil, pues en muchos renglones nos hemos convertido en ensambladores de alimentos.
La producción agrícola debe ser valorada en su justo sentido y valdría la pena colocarla sobre la mesa para repensarla.
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