Se cree que siempre ocurre lo mejor. Y la expresión no está orientada ni es su propósito celebrar todo cuanto sucede, pues muchas de las cosas que pueden ocurrir no son buenas.
Sin embargo, lo que en realidad se busca es sacar el mejor provecho de lo que ocurre.
Y justo de las derrotas es donde más se aprende, pese a que a nadie le gusta salir derrotado.
El triunfo nos envanece, en cambio la derrota nos hace humilde. Y es ahí donde está la sabiduría de la expresión.
Por ejemplo, la pandemia generó enormes daños en el planeta, pero igual ha sido un escenario de enseñanzas planetarias sin parangón y con una intensidad inimaginable en todos los órdenes.
Si ignoramos esas enseñanzas sólo es culpa nuestra.
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