Cuando la delincuencia crece se hace como un círculo vicioso. Cada vez más personas se atreven a involucrarse en actos ilícitos.
Y es así porque la frecuencia creciente de las violaciones va perdiendo fuerza en el orden social.
Incluso, eso afecta la estructura familiar en que se llega al punto de admitir esa práctica delincuencial de algunos de sus miembros como modo de vida.
Y es así en la delincuencia común, como en la de cuello blanco.
Nadie ve ni nadie reprocha esa dinámica, en cambio asume los beneficios materiales de lo mal habido.
Igual hay que asumir que muchos asumen esa práctica de vida sin importar nada más, tal como si fuera su actividad lícita.
Cuando se llega a ese nivel no hay vuelta atrás.
Cada vez son más variadas las modalidades de delinquir. Y muchos delincuentes intervienen en múltiples actividades irregulares.
Y, obviamente, que es algo que tenemos que enfrentar y esperamos que los esfuerzos que se hacen den frutos para devolver al país una seguridad sostenida por todos los rincones.
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