Es extraño que, en un tiempo de libertad, como en el que hemos estado viviendo en el mundo, la diplomacia esté mostrado un déficit tan significativo para la solución de conflictos y para lograr entendimiento entre las naciones.
Y es increíble como ante ese déficit estemos recurriendo a todos los recursos disponibles, como si quisiéramos no dejar nada sin ser arrastrado al conflicto ruso ucraniano.
No hemos alcanzado ni siquiera tener claro la efectividad de la ayuda que se ha brindado a Ucrania como víctima de una invasión imperial.
Parecería que el liderazgo mundial no se cansa de cometer tropiezos procurando una solución.
Para un mundo de paz necesitamos tener una efectiva gestión diplomática.