Ya transitamos los primeros días del 2018.
Un nuevo año que hoy ya inicia su agitada cotidianidad, un espacio de 12 meses en los que quizás por momentos, la incertidumbre se apoderará de nuestros pensamientos, energía y fuerzas para continuar.
Sabemos que proyectarnos es un ejercicio muy complicado y pesado, que no todos manejan a la perfección, especialmente cuando no hay garantía de bienes materiales.
Sin embargo, este año 2018 no será distinto a otros vividos si cada uno de nosotros no se preocupa por hacer la diferencia.
Son poco más de 360 días que nos ofrece la oportunidad de pensar de manera optimista en el futuro y por eso la invitación para recibirlo con esa alegría que provoca el descubrir y tomarlo como la ocasión perfecta para reinventarnos.
Todos anhelamos un país próspero y económicamente equitativo y robusto, pero eso no será posible sin el trabajo y el aporte de cada uno de los que conformamos esta media isla.
En resumen el 2018 debe oler a esperanza.
Quien ha alcanzado prosperidad o reconocimiento social, previamente tuvo que pone a funcionar su ingenio y visión, pero ante todo, desechó el temor a fracasar.
Fracasar no es malo, siempre y cuando sea visto como lección de aprendizaje.
No dejes de hacer aquello que ya armaste mentalmente por temor, el 2018 es para que atrevas a atreverte.
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