La República Dominicana es un país pequeño. Lo es en territorio y en nuestra capacidad para generar riquezas.
Sin embargo, en los 48 mil kilómetros territoriales tenemos una diversidad sorprendente.
Es posible que tanta y como ha sido nuestra pobreza en darnos cuenta de esas riquezas naturales que nos ha dado trabajo cuidarlas.
Depredamos manglares, montañas y ríos. Lo mismo que las dunas. Y humedales y bosques.
Los intereses, la corrupción y la incomprensión han podido más que las buenas razones para aquilatar la inmensa riqueza con que nos ha favorecido la naturaleza.
Cada vez aparece una nueva muestra para verificar esa falta de ponderación. Ahora le ha tocado a Laguna Saladillo, por el Noroeste.