Si algo deja claro la discusión en torno al intento de transferir cuatro mil millones de pesos de la asignación del 4% del PIB para la educación en el presupuesto nacional de este año 2022, es que debemos provocar un análisis más profundo sobre nuestro sistema educativo.
No es posible que con tantos temas relacionados con la educación no se tenga una planificación para la inversión sistemática para mejorarla.
Y que ahora que se tiene disponibilidad económica no encontremos cómo reencauzar esta cuestión tan importante para el desarrollo del país.
Es algo que debemos hacer desde ahora y hacia adelante.
Esto puede dar un impulso al inicio de este año, pero igual potenciar el 2023. Sólo hay que hacerlo.