Los países emergen desde las dificultades.
Y lo hacen desde la capacidad creadores de sus habitantes y la visión clara de su liderazgo político, económico y social.
Para ello es vital contar con un capital humano capaz y con disposición para el progreso.
La situación que hemos vivido en los últimos dos años ha mostrado múltiples dificultades como para pensar que es una magnífica coyuntura para plantearnos emerger con fuerza para superar falencias y aprovechar el tiempo.
Para esto es importante, esencia, identificar hacia donde debemos empujar y hacernos partícipes de ello.
En un ambiente así el primer capital es la estima nacional al sentirse una fuerza creadora.
Y es obvio que la educación formadora del capital humano tiene que jugar un rol fundamental para que eso pueda ocurrir.
Sin embargo, por eso la actitud de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) es tan lamentable al negarse impunemente a regresar a impartir docencia a las escuelas públicas.
Es condenar a los sectores bajos a seguir en el hoyo.